martes, 7 de mayo de 2013

Vivir para gozar (1938)

Este sobresaliente remake del film de Edward H. Griffith (1930), se convirtió en una de mis películas favoritas desde que la vi por primera vez. Dirigida por George Cukor, uno de aquellos geniales directores que comenzaron su carrera en el Hollywood dorado de la década de los 30. Enfrentándose no sólo a la llegada del cine sonoro y estableciendo de este modo las bases de lo que sería el cine hasta nuestros días, sino dejando tras de sí una prolífica filmografía repleta de inolvidables obras maestras.

En apenas tres decorados principales, Cukor muestra una habilidad narrativa fuera de lo común logrando transmitir honestidad, perspicacia y esperanza. El director consigue además unas interpretaciones vibrantes de su elenco de actores y que el ritmo no decaiga en ningún momento del metraje.





Una de las claves que encumbran a esta 'sophisticated comedy' ensombreciendo a su antecesora versión, es el dúo protagonista. Cukor reunió por segunda vez a la inolvidable pareja formada por una bellísima Katharine Hepburn en estado de gracia y un jovial Cary Grant. Inundando la pantalla con una perfecta mezcla de sencillez y elegancia casi perdida en el cine actual. Consiguió lograr entre ambos una complicidad y una química ensalzadas por unos diálogos brillantes y fluidos que aún hoy, más de setenta años después de su estreno, continúan dibujando una sonrisa en nuestros labios e incluso alguna que otra carcajada.






El guión de la película gira en torno al clásico trío amoroso y la idea del 'amour fou', entendido en el contexto del final de la Gran Depresión. Johnny, el personaje de Cary Grant es un joven sencillo y trabajador; un férreo idealista en cuyas aspiraciones personales priman la libertad personal sobre el enriquecimiento. El dilema aparece cuando se enamora de una joven, que sin él saberlo pertenece a una rica familia de magnates. El protagonista en lugar de quedar cegado ante el inminente braguetazo y ascenso en la escala social, acepta la riqueza de su amada casi con desinterés y desconcierto. Es a la llegada de Johnny a casa de su prometida para ser presentado oficialmente, cuando entra en escena Linda; el personaje interpretado por Katharine Hepburn que se autodefine como la oveja negra de la familia.


"Cuando me encuentro en una situación como ésta, me pregunto: ¿Qué haría la General Motors? Y hago lo contrario."  Johnny (Cary Grant).

Linda es un personaje mordaz, ocurrente y lleno de vitalidad que vive apartada del resto de su familia. Para ellos es una inadaptada que usa como refugio una sala de juegos en el ático de la mansión. Una sala que le trae recuerdos de su infancia y los pocos momentos de sincera felicidad que se pudieron vivir en esa fastuosa casa. El hermano de Linda es un sujeto de carácter intermedio a sus dos hermanas; sigue las reglas que su padre le dicta. Su voluntad, su espíritu rebelde y su pasión por la música han quedado anulados por las estrictas normas de la familia, ahogados en el alcohol.





Ambas hermanas quedan fascinadas por el carácter vivaz de Johnny, ese atractivo joven que irrumpe en su distinguida familia. Pero mientras que para Linda, Johnny significa "un soplo de aire fresco" en esa casa donde rigen las finanzas, la solemnidad y el formulismo. Para su hermana, el amor de Johnny se adivina más como un capricho o un juego en el que adoctrinar al joven en los códigos de la alta sociedad. Este es el germen que siembra la duda en los sentimientos del joven, que se ve obligado a elegir entre una vida de éxitos, trabajo y fortuna sacrificando así su independencia, o la huida para continuar su humilde vida tal como él había planeado que fuera.





El personaje de Cary Grant se encuentra ante un dilema que podría resultarnos bastante ingenuo sin tener en cuenta el contexto histórico que mencioné. Visto de este modo, la película se entiende como una crítica de contundente mensaje anticapitalista. Poniendo en evidencia el fracaso de un sistema económico que dio lugar al Crac del 29 y que en el estreno de la película en 1938 ya casi tocaba a su fin. Se trata al fin y al cabo de una situación claramente análoga a la que estamos viviendo, motivo por el cual es interesante recordarla ahora.

Aunque en el título español, "Vivir para gozar" pueda insinuarse un mensaje de frivolidad, la auténtica intención es el recordarnos el valor de la libertad personal. Vivir de manera acorde a nuestros ideales sin basar nuestra vida exclusivamente en la obtención de riqueza, sino aprender a disfrutarla valorando los pequeños placeres de la vida.








No hay comentarios:

Publicar un comentario